martes, 10 de diciembre de 2013

Keynes' attack on laissez faire and classical economics... and his posture

Hay mucha confusión en los medios y la opinión popular con relación a los postulados keynesianos. Esto es atribuible a las críticas de Keynes con respecto al mecanismo de laissez faire y a la economía clásica en general. Además, influye el hecho de que sus planteamientos, especialmente los plasmados en la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero (1936), han estado sujetos a revisión, extensión y ampliación, desde la publicación de ese libro.


Como plantean Huffnagle & Williams (1969), la discusión ha sido amplia en torno a si el modelo de Keynes es básicamente un completo rompimiento con la teoría clásica de la economía, o si es una extensión de la misma. Harris, tras analizar los escritos de Keynes, evidencia el ataque de este último al mecanismo de laissez faire y plantea que se deriva del fracaso de esa doctrina en explicar y resolver fenómenos de diversos ámbitos relacionados, en general, al empleo y la demanda. Son las consideracioines e ideas planteadas por Seymour E. Harris con relación a la postura de Keynes, las que se reproducen y sintetizan a continuación.


Algunas críticas de Keynes al laissez faire

Keynes responsabiliza a la preponderancia de la filosofía del libre mercado por la inacción de las autoridades monetarias frente a la pérdida de poder adquisitivo de la moneda (antes de la Depresión), y por el incumplimiento de sus objetivos. Entre estos últimos, Harris identifica a la liberación de las presiones externas que tienden a aumentar las tasas de interés, la restricción de la oferta monetaria, e incluso la fijación de controles que imposibiliten la exportación de dinero y eliminen sus efectos sobre la posición internacional.

Adicionalmente, Keynes consideraba que la economía clásica se preocupa únicamente por la distribución del producto y no por el empleo de los recursos. Así, la doctrina que critica asume que todo el ingreso proveniente de la producción es usado para comprar tal producción, lo cual surge a partir de la Ley de Say y evidencia la falta de estudio con repecto a lo que él denomina demanda efectiva. Ulteriormente, Keynes consideraba que la aplicación del laissez faire a algunos sectores de la economía pueden perjudicar a otras partes cuando esas son inflexibles.


¿Capitalismo o socialismo?

Otra situación igualmente preocupante para cualquiera que conozca los postulados keynesianos, es la de confundirlos con el ideal socialista, o cualquier otra doctrina que se le parezca.

A pesar de las críticas expuestas al laissez faire, no se puede afirmar que Keynes era partidario del marxismo ni del socialismo, doctrinas que consideraba como científicamente errónea y de nula aplicabilidad al mundo moderno. Sin embargo, tanto Marx como Keynes coincidían en la identificación de la explotación de los "capitalistas", la deficiencia de la demanda desde la perspectiva criticada, el exceso de ahorro, la eficiencia marginal decreciente del capital y la "insensatez" de la exportación de capital.

El objetivo de Keynes era la preservación del capitalismo, pero tras liberarlo de algunos aspectos que criticaba, como el ahorro excesivo, las altas tasas de interés y la preferencia del futuro sobre el presente, entre otros. Keynes permaneció como un defensor del capitalismo -aunque no en la concepción pura del mismo, sin duda-, lo cual se evidencia en sus críticas al Partido Laborista inglés, a la tiranía del sindicalismo, al socialismo y al comunismo e, incluso, en su negativa a despojar a los individuos de sus derechos de elegir qué comprar. En la Teoría General, sus palabras finales con relación al estatismo versus el liberalismo, fueron:

Our criticism of the accepted classical theory of economics has consisted not so much in finding logical flaws in its analysis as in pointing out that its tacit assumptions are seldom or never satisfied, with the result that it cannot solve the economic problems of the actual world.
Entre las bondades del capitalismo, Keynes encuentra la eficiencia de la decentralización, y considera que despojando al individualismo de sus excesos y defectos, este amplía las posibilidades de elección formal. Mostrar las ventajas del capitalismo en Keynes, no es el objetivo de Harris, sino es diferenciar la postura de Keynes de la mala interpretación que de esta se ha hecho, por lo cual no profundiza en esto. Sin embargo, menciona que, en 1926, Keynes reconoce que no hay otro sistema económico a la vista que sea más eficiente para alcanzar los objetivos económicos, que el capitalismo.

Variantes del keynesianismo

Entre todos los grupos que prevalecen como variantes del capitalismo, hay una consideración que comparten todos y que es fundamental en la doctrina keynesiana: la necesidad de garantizar, subsidiar, socializar o garantizar, la demanda; es responsabilidad del gobierno asegurar la adecuación de la demanda.

En los extremos se encuentran el grupo Beveridge y la postura de Polanyi. El primero, que sigue a Beveridge, consideran la distribución del trabajo y el capital, así como la concreción de medidas estrictas para frenar la inflación e, incluso, la fijación de estándares de consumo.

Por otro lado, la postura de Polanyi recae exclusivamente sobre la manipulación monetaria, en una dinámica de creación de dinero y extracción del mismo de la economía por parte del gobierno. Considera que no es cuestión del gobierno interferir en la asignación de los recursos, ni le compete gastarlos.

En el centro está la legítima postura de Keynes y la de la mayoría de sus seguidores, la cual recae en la expansión monetaria y en la socialización de la demanda, y es seguida, en términos generales, por quienes están conscientes de los problemas estructurales, pero reconocen, también, las dificultades prácticas de su eficaz consecución.